Un poco de ontología parda
Llega un momento extraño, tardío, en el que se siente la
llamada del Yo, la necesidad de conocer y ser uno mismo. Pero la mismidad
parece situarse en el fondo oscuro y desconocido de un profundo pozo. Cuanto
más se sumerge uno en búsqueda de lo mismo más lejos se sitúa y más solo se
encuentra, soledad a la que parece obligar la búsqueda de la mismidad casi por definición. Y es esa soledad
precisamente el motor de alejamiento del reconocimiento del Yo. Porque no puede
existir el Yo sin los Otros, se comprueba a diario, y son los Otros la materia
prima del Yo, se descubre a cada momento. ¿Cómo puede encontrarse la mismidad
donde no está? Paradójicamente tengo que alejarme en cierto modo de los Otros
para descubrir mi Yo, y cuánto más alejado estoy más difuso o borroso aparece
el horizonte buscado. El Yo debo buscarlo sin los Otros, y sin los Otros no
puede existir el Yo. Resultado: la esquizofrenia de lo mismo. El Yo, bajo la
tensión de la paradoja, se escinde dolorosamente en un Yo a-solas y en un Yo
con-de los Otros. La entidad bifronte, nace y crece imponiéndose como un tercero,
un Yo forastero y monstruoso que violentamente intenta suplantar (se percibe
por las tensiones dolorosas) a un Yo todavía desconocido. La inmersión en el
piélago negro a la búsqueda del Yo mismo produce dos síntomas patológicos: la
soledad y la superchería, o mejor dicho, el autoaislamiento melancólico y el
autoengaño, la conciencia falsa. Sólo una violenta reacción sarcástica, una
carcajada desvergonzada, un ponerse el mundo por montera, puede suavizar la
insoportable enfermedad de no saber quién es uno mismo, mitigar el miedo que
produce sentir dentro la presencia de un peligroso enemigo. El mundo sigue, la
vida continúa, la gente se acostumbra, se resigna, aguanta, se contamina,
colabora en su propia destrucción inevitablemente. Puede que el instinto
Thanatos exista en el individuo, pero es una construcción artificial, forzada
por la violencia de no tener alternativa alguna salvo esa jugada
autodestructiva. Sin embargo el aguante no disipa el dolor, el desconocimiento
persiste, la necesidad no se satisface, la búsqueda debe continuar.
Saludos!!! Un café y un cigarrito quizás... ;) j*
ResponderEliminar