jueves, 14 de abril de 2011

Las Meninas - 01


El secreto desvelado

El único secreto que guarda el cuadro, el hecho al que no queremos enfrentarnos, la miseria que no queremos ver, la realidad que nos avergüenza y por lo tanto nos empeñamos en ocultar, lo que hace que se nos aparezca como un enigma o como una paradoja, es que representa, ni más ni menos, la tragedia histórica de la servidumbre y la sumisión…Velázquez pintó Las Meninas como un grito, un lamento, un quejido que sin poderse evitar ensordece para siempre con su vibración inoportuna….la inteligencia, el genio superior, el talento, el conocimiento, plegado, obligado al silencio por el poder omnímodo del amo que todo lo puede, que todo lo decide, que de todo tiene que decir, aunque por su necedad no sean más que continuos disparates….Velázquez tuvo que pintar el cuadro porque ya no podía contener más su angustia, el sufrimiento del que sabe y no le dejan hablar, el eterno bardo amordazado….la inteligencia humana humillada y aplastada por la cretinez bestial del dominio.

Al cuadro no se le debería llamar como se le llama sino Autorretrato del Artista….el motivo central del cuadro no es la princesa encantadora, ese es el pretexto….no podría haber pintado si el tema no hubiera sido algo así, lo tenía prohibido…pintor de cámara, rico, privilegiado sí pero servidor y humillado, sin libertad para elegir.

Lo que quería pintar, lo que necesitaba expresar el pintor era su propia frustración, así como otro gran humillado, Rembrant, al final de su vida se pinta a sí mismo, una y otra vez, como único tema, pobre, miserable, viejo, pero al fin liberado….Velázquez, el más grande pintor del mundo y el que menos ha pintado (Ortega y Gasset) pinta dos cuadros antes de la muerte: un autorretrato, Las Meninas y un memorándum o testamento o últimas lamentaciones en forma de metáfora, Las Hilanderas…el genio no pudo hacer más, la vida terminó por aniquilarlo…esa es la herencia que nos deja el artista: mira lo que he sufrido, piensa lo que he tenido que soportar, libérate, ser inteligente, del amo idiota, se libre….aunque el castigo sea arrastrarse eternamente convertido en asquerosa araña.

¿Dónde está el cuadro? exclama Théophile Gautier…pero él era un poeta romántico, o sea un retórico…el cuadro está ahí, míralo y entonces es fácil de entender…un genio como Velázquez no tiene por qué esconder nada…las alegorías barrocas no van con el sevillano que es claro, simple, limpio, fácil, humano, como demostró toda su vida. Ya tuvo que admitirlo, a regañadientes supongo, su propio suegro: nadie pinta… como Diego y tuvo, probablemente, que suponerle un dolor, aunque dice mucho de la afición y verdadera vocación de Pacheco el que admitiera una cosa así.

No hay ningún enigma en Las Meninas, lo siento, es sólo un autorretrato. El mejor cuadro del mundo no podía tener otro tema ¿quién a la postre ha sido considerado por la historia como el personaje más importante de los representados en el lienzo sino el propio Velázquez? y por tanto ¿qué podía pintar en su vejez, relativamente liberado por el dinero acumulado en treinta años de servidumbre, sino a sí mismo? ….recordar que a esas alturas el rey Felipe no quería que su pintor le pintase más. Como le escribió a sor Luisa Magdalena en 1653, ya no quería posar más para Velázquez, porque lo pintaba muy viejo y….por la flema de Velazquez…comprensible sufrimiento del modelo posando para tal artista.

Si el pintor del rey no puede pintar al rey, dispone de su tiempo…se atreve a elegir sus temas…cincuentón, casi anciano para aquella época, conocedor, seguramente la persona más letrada de todo el alcázar de Madrid, rico, liberado de las preocupaciones cotidianas,

Velázquez puede y tiene que pintar lo más importante para él: la Pintura y a Sí mismo….y construye un gran autorretrato, el mejor cuadro del mejor de los pintores, dolorosa evidencia que todos los días tenemos delante….aunque rejuvenecido, Velázquez se pinta en su más cruda realidad, pintor realista al fin…él mismo en obligada sumisión, la inteligencia relegada por la soberbia, el conocimiento vencido por la fuerza bruta.

El mejor de todos los cuadros que han sido pintados no podía tener otro tema: el dominio sobre el ser inteligente, la tragedia del hombre histórico….el principio de servidumbre, la plaga, el virus, el pecado original, el principio maligno que acabará con la humanidad si el propio hombre no lo remedia, el único tema verdaderamente importante para ser pintado.

Velázquez sabía tres cosas: que era el mejor pintor, que vivía humillado por los necios y que era viejo, o sea que iba a morir pronto. El arte plástico, a diferencia del literario, necesita el tiempo y la experiencia para alcanzar su máxima madurez…el viejo Diego, todavía conservando sus facultades, ha llegado al dominio completo de su arte y por fin puede elegir, aunque sea indirectamente, simuladamente, sus propios temas….ya queda poco tiempo, Diego necesita mucho para pintar esos inmensos lienzos y no le gusta pintar con prisas…si dispongo de afición, inclinación, tiempo y oportunidad para pintar ¿qué pinto? se pregunta el neófito…el maestro lo sabe, lo ha sabido siempre: a sí mismo…y también conoce el precio que hay que pagar…porque pintarse a sí mismo es un acto de rebelión. Las Meninas evidencian ese acto rebelde y anti-autoritario del servidor obligado, del esclavo que sabe más que su amo, del ser inteligente aplastado por la bota del bruto irracional.

Velázquez en tres o cuatro años de vida que le quedan (no lo sabe pero se lo imagina) pinta un autorretrato: Las Meninas y una advertencia: Las Hilanderas….a lo mejor no es tan malo vivir como una araña, digo yo…

Cuánto más se mira el cuadro más sobrecoge la audacia de Velázquez… ¿cómo se atrevió a tanto?....un cuadro supuestamente pintado sólo para la mirada del rey… ¿un encargo o un regalo? para un padre, el retrato de su niña bonita…un hermoso retrato de una niña encantadora para ser instalado en el despacho privado del rey, frente a su mesa, para que papá tuviera siempre delante a su amada nena…y ahí, también delante, todos los días a todas horas, Velázquez, el pintor…¿pero qué hace ahí ese tío? …¿tanta amistad tenía con el monarca?.... ¿tanto le amaba el rey?.... ¿tanto como a su niña querida?... ¿qué pensaría el rey del cuadro?... ¿o era tan imbécil que ni se daba cuenta?....el atrevimiento del pintor es infinito….la broma pasa de castaño oscuro…o el rey estaba senil o cualquier otro habría colgado por los pies a un servidor tan insolente.

No me vengáis con que lo que quería demostrar el pintor era la nobleza y liberalidad del arte de la pintura. Desde luego que ese supremo cuadro evidencia esa obviedad… ¿a quién quería demostrar tal cosa el artista?... ¿al rey, que ya sabía Velázquez que lo sabía?....es el propio rey el que recomienda, y no una sola vez y por escrito documentado, a los señores consejeros de la Orden de Santiago, la inclusión de Velázquez en el grado de caballero….¿a esos señores santiaguistas que no verían el cuadro sino de visita y que eran despreciados por el pintor, seguro de que no entenderían nada y que sólo verían en el cuadro, como mucho, un bonito retrato de la niña del patrón?...si el pintor estaba seguro de que el cuadro era sólo para el rey, si ya no tenía que demostrarle al monarca ni su nobleza ni sus méritos, su aparición detrás de la princesa se convierte en una broma grotesca, una impertinencia, una imperdonable insolencia….qué atrevimiento, eso si que es plantarle cara al poder….Velázquez aparece como el mayor provocador, el rebelde más atrevido….otro rebelde, más adelante, aprovechándose de la imbecilidad de una familia corrompida, se pintará por allí detrás….pero sin quitarle méritos a Goya, el gesto estaba hecho, alguien se le había adelantado….y de qué forma.

Estamos acostumbrados, porque la historia nos ha dado muchas pruebas, a considerar como tontos a los reyes. Felipe podría haber sido un tonto buenazo, que no se enteraba de nada y dejándose engatusar recomendaba para la caballería a un servidor untuoso y pelotillero, que a la vez y a las claras se burlaba de su cretinez…o más probablemente era demasiado inteligente y comprendiera la superioridad de Velázquez y transigiera con esa evidencia y sinceramente buscara que fuera recompensada con justicia…es posible que amara de verdad al pintor y la admiración por su arte le llevara a soportar con gusto su imagen, incluso a querer tenerla siempre delante de sus ojos, junto a lo que más quería en este mundo, su hija adorada….lo que pasaría probablemente es que por el portentoso alarde de facultades que representa el cuadro de Las Meninas, aunque es una tremenda provocación, entonces como ahora y siempre, el poder no era suficientemente fuerte para resistir todos los ataques y la inteligencia, al fin vencedora, queda para la historia, para siempre, mientras que exista el cuadro, gritándole al poder que no lo puede todo, que al fin será vencido, que no le van a servir eternamente las maldiciones de la telaraña…

Yo, el pintor, el ser inteligente, el hombre, venceré….y al final seré, por fin, libre

sábado, 9 de abril de 2011

La Arquitectura y el Ordenador – 01



Para una historia de 50 años de la escuela de arquitectura

Hace 25 años se celebró, en el marco de la Construmat de Barcelona, el primer congreso en España de lo que allí dio en llamarse DAO (Diseño Asistido por Ordenador) lo que se llamaba y terminó llamándose, para eso los inventores del cotarro habían sido anglo-parlantes, CAD (Computer Aided Design).

Mientras que los estudiosos y profesionales de USA y Europa nos enseñaban los balbuceos del arte de programar el diseño y se soñaba con sistemas expertos, inteligencia artificial y diseño automático, la parte más señera de la profesión, los mejor asentados en el mundo profesional y académico, torcían el gesto despectivamente y alababan las dulzuras y competencias del dibujo manual de toda la vida.

En presencia de los extranjeros, nuestros arquitectos, sin guardarse sus sarcasmos, mantenían más o menos los modales, pero cuando uno volvía a casa, el desprecio, el odio y la feroz persecución de las novedades, era general….salvo muy contadas excepciones, departamentos enteros, unánimes, cerraban filas contra el uso del ordenador en la docencia.

En Geometría Descriptiva: método tradicional de Monge, paralé, escuadra y cartabón. En Análisis: la torpe reconstrucción perspectívica y las patéticas acuarelas. En Construcción: ¡el dibujo es muy importante¡ lámina tras lámina, a mano, con la misma planta de la horrenda casita para prácticas de ¿construcción? más bien de delineación al viejo estilo, digo yo. En Proyectos: el ordenador sencillamente prohibido y no sólo fuera de la ley, anatematizado, despreciado profundamente el rendering, perseguido como delincuente juvenil el photoshop…

Mientras fuera, en el mundo profesional, las grandes firmas se hacían con sistemas informáticos, por aquella época sólo al alcance de los poderosos, desarrollados para la industria de la guerra. Las revistas empezaban a reventar de imágenes, formas insólitas, edificios maravillosos…sólo para ricos, los pobres en las escuelas de arquitectura, condenados al lápiz, sólo podían soñar con el estrellato como el jugador desesperado se aferra en su ruina a la esperanza del golpe de suerte.

En los despachos profesionales y los estudios locales, los arquitectos, mientras se burlaban de las máquinas, explotaban sin piedad a sus delineantes que por su cuenta luchaban con los primeros PC para intentar dibujar planos con ellos….el galeote, con el grillete en los pies, sentado hora tras hora delante de la pantalla, con la versión 6 de autocad, batallando heroicamente contra IBM, y el jefe, el arquitecto, de pie detrás de él, diciéndole: cambia esto, quita aquello, repite, borra…. sin tener ni idea del esfuerzo y el mérito de ese hombre, que para familiarizarse, sin ayuda de nadie, con aquel bicho, el ordenador, quitábale horas al sueño y a su familia, horas que le salían gratis al jefe, naturalmente.

Entretanto que en el exterior, proyectos deslumbrantes que evidenciaban el uso del ordenador marcaban las tendencias y en la industria local, poco a poco, se iba notando el interés y la competencia de los sistemas informáticos y se iban suavizando las opiniones contrarias con el bálsamo de los beneficios, la escuela, recalcitrante, reaccionaria, insolvente, intolerante, zafia e ignorante, se cerraba, encastillada, contra el ordenador….desventuras del alumno que tiene que habérselas con una docencia anquilosada, mientras a hurtadillas, por su cuenta, aprende los entresijos de la nuevas tecnologías…

Esta ha sido la historia de 25 años de docencia de la arquitectura, salvo ya digo, excepciones maravillosas, porque en todas partes, si uno mira bien, se encuentra un ángel.

La negativa al uso del ordenador no sólo era una reacción romántica, una nostalgia poetizante, un gusto por lo refinado o lo decadente, actitud que en su decrepitud me perece hasta respetable, era una negativa a transformar la docencia, una evidente pereza por el esfuerzo que se necesita para estudiar cosas nuevas, experimentar y preocuparse. Lo de siempre es lo fácil, lo sabido, lo cómodo. En realidad era una reacción basada en el miedo a descubrir la propia ignorancia, a perder, en definitiva, las posiciones de privilegio conseguidas con tantos desvelos….estúpida e ignorante academia, siempre llena de temor, que se revuelca en sus propios excrementos burocráticos y luego presumida, estirada, se la da de ilustrísima…

No obstante, si sólo fuera eso, la academia como personaje, con todas sus miserias, no dejaría de transpirar un aroma familiar y humano… ¿por qué los académicos iban a estar libres de las pasiones y temores de las demás personas?....polvo somos ¿no?....pero hay algo más y esto ya llega, francamente, al grado de lo criminal.

La docencia tradicional se basa en el convencimiento de su capacidad para conseguir sus propios objetivos y en el pensamiento de la obra arquitectónica como objeto, necesario para la transmisión de mensajes de dominio en otras épocas y como sustantivo del negocio en los tiempos modernos. Fe en la sacrosanta habitabilidad, historia y análisis como inventarios de objetos congelados, representación, diseño y cálculo de objetos determinados, fijos y duraderos para poder ser considerados como mercancías.

El valor artístico de la obra arquitectónica, como en el cine, se mide por la taquilla.

El arquitecto encamina todo su trabajo a la realización de objetos que puedan comercializarse, incluso los edificios públicos se utilizan como banderas por las diferentes hordas de oportunistas…la escuela lo sabe y se apresta a preparar alevines de tiburones…todo muy objetual, pesable, medible, normalizable, valorable….

Esta ha sido nuestra historia y esta ha sido y sigue siendo, erre que erre, nuestra docencia.

Cincuenta años de arte conceptual no han calado en el pensamiento arquitectónico, aquí todavía, patéticamente, seguimos preocupados por los objetos en un decadente y caduco arte idolátrico.

Ahora se empieza a comprender esa actitud beligerante contra el ordenador que ha sostenido (¡y aún sostiene¡) cierta clase profesional y académica…no sólo era una reacción a las novedades que pudieran poner en peligro los privilegios adquiridos, actitud por otra parte humana y comprensible, o la, no por frecuente menos odiosa, aversión a ponerse a estudiar algo nuevo, era un rechazo que venía de más hondo, era una negativa a cambiar el sentido profundo de qué es la arquitectura o qué es ser arquitecto.

Como ya pasó en la pintura, el tránsito de lo objetual a lo conceptual se efectuó inspirado en una posición de enfrentamiento de los artistas contra el negocio del arte…si no hay objetos no hay ventas…los pintores dejaron de preocuparse de lo material y de lo objetual para interesarse en los procesos, en los flujos y en las transformaciones de los acontecimientos. Los arquitectos no han estado dispuestos a enfrentarse al negocio, a salirse del sistema….

El uso del ordenador lleva enseguida a la necesidad de programar. Pensar la arquitectura desde la programación abre las puertas a lo paramétrico, a lo cambiante, a lo conceptual, se aleja de la preocupación exclusiva por la producción de un objeto centrándose más en el proceso metamórfico de comportamiento de ese objeto…el punto de vista virtual, subrayando el futuro, introduce en el problema arquitectónico las consecuencias de las decisiones de proyecto y prepara las mentes para la comprensión de los acontecimientos, el devenir del tiempo, los símbolos y los significados sociales…y esa es la mentalidad que se necesita para abrir los ojos del arquitecto y hacerle comprender, de verdad, qué es lo que está haciendo y para qué.

Los arquitectos y sus escuelas cerraron filas en defensa del objeto contra el concepto… ¿para qué querían programar? no sólo es inútil sino que además es malicioso…

La escuela, complaciente, ha preparado arquitectos duchos en la producción de objetos y admirablemente capacitados para ser servidores y lacayos de los especuladores y políticos corruptos…el objeto, con su sonrisa beatífica y su aire de inocencia, oculta propósitos criminales.

Empieza a quedar claro por qué la profesión de los arquitectos se portó como una pandilla de estúpidos frente a la informática…aunque hemos perdido las oportunidades para disponer de sistemas eficientes, a pesar de que tenemos que usar, torpemente, los excedentes informáticos de otras profesiones, no importa….el negocio ha sido demasiado bueno