jueves, 5 de septiembre de 2013



Esferas-12

El teatro esférico y el problema de la embocadura

El acto teatral entendido como performance optimista, cosa que ocurre aquí y ahora para consuelo de indigentes, tiene tantas dificultades sistémicas para el estremecimiento sentimental que debe procurarse que sea global y globalizado en su propio mundo de ilusión. Cualquier intromisión (visible, acústica u olfativa) de la realidad cotidiana en ese mundo redondo de ficción, distrae la falsa realidad de la construcción dramática y espabila el sopor narcótico identificatorio o mimético. Por eso, o el espacio escénico es una esfera rodeante, totalitaria y sin límites, o, como ocurre en el teatro a la italiana, debemos enfrentarnos a la necesidad de difuminar los límites, la embocadura, para evitar toda interacción presente indeseable. Evitar las intrusiones distorsionantes y emborronar los límites ha llevado a los extravagantes, insólitos y borrosos diseños de embocaduras de nuestros teatros. En otros momentos se resolvía la distorsión diseñando sala y espacio escénico de forma estilísticamente similar, manteniendo incluso la misma iluminación, integrando el vacío teatral en un espacio único. Desde que la sala se apaga y se distingue el espacio escénico activo del espacio inactivo del público, el problema del diseño de la frontera no tiene solución. El día a día va pasando y la costumbre encalla la sensibilidad y aumenta la capacidad de soportar molestias e interrupciones sin perder el hilo de la ilusión. Demasiada ingenuidad se le exige a veces a un público desintegrado e indefenso como el actual.
A la pregunta qué es un teatro respondía Svoboda: “un espacio que espera curioso” y también decía “contra lo primero que hay que luchar es contra la sala”, o sea que el edificio teatral, a pesar de su expectativa, no garantiza nada porque la sala, mal necesario, es siempre un enemigo. Y la guerra se desarrolla en la frontera, en la embocadura, sin esperanza de solución, aceptando el espectáculo con resignada convención.
Si el teatro se quiere como acción terapéutica será necesario ir más allá de los simulacros y los convenios inocentes. La acción taumatúrgica debe ser real en el seno de una irrealidad radiante, rodeante, esférica, sin embocaduras.


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