miércoles, 25 de septiembre de 2013


Esferas-23

El teatro necesita un solar

En un sentido llano todo edificio es una intervención o modificación en-de el espacio. El espacio antes de ser transformado ya está disponible, el proceso de modificar el espacio es una operación de reciclado, el espacio es un material ready-made. El espacio,  que está allí previamente, antes de la transformación debe pasar por un estado de espacio-vacío. La acción de vaciar un espacio se desarrolla en dos fases: reconocimiento (diagnóstico) de las significaciones de las que es portador y eliminación (desnudamiento) de algunos o todos sus significados.
Llamamos solar al resultado de vaciar un espacio. Para ser edificado el edificio se necesita un solar, para que el edificio sea proyectado libre y consecuentemente el solar ha de estar vacio de significaciones, cualquier remanente de significación incidirá poderosamente en las decisiones de proyecto. El proyecto consistirá en la sustitución de los antiguos significados por otros nuevos, convenientes a alguna dramaturgia predeterminada (programa).
En el momento en que el espacio se convierte en solar todos los ojos se ponen en él como objeto de codicia, como disponibilidad para múltiples intereses, algunas veces contradictorios. Es en el estado de solar (vacío) cuando el espacio tiene más papel en el guión, en ese momento se convierte en el protagonista de la acción. Las decisiones que se tomen sobre el solar condicionan el futuro a menos que se consideren seriamente como provisionales.
Para edificar un teatro hay que disponer de un solar. El proceso de generación de ese espacio vacío es de la máxima importancia. Es necesaria una argumentación verificada y participada que justifique las decisiones y garantice la minimización de los daños colaterales en el futuro.
¿Quién negará que la producción de un espacio vacío sea un acto artístico? La teoría y la praxis de la generación de solares, o sea el proceso de fabricación de espacios vacíos, llamado antiguamente en algunos círculos urbanismo, queda por tanto enmarcado en el enigmático y sospechoso mundo del arte.
Con su cara más cínica el arte se apresta a colaborar en la caza de los millones y acepta gustoso el papel de porta-algodones para las cagadas vanidosas de los poderosos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario