domingo, 6 de marzo de 2011

Tradición versus Innovación-1


Dos aspectos de un solo fenómeno, de un solo devenir: la Historia

Tradición es: Transmisión, Permanencia y Difuminación de los Orígenes.

Se emparenta con el pensamiento mágico, con lo simbólico, con lo arcano….con la religión. La oscuridad del origen abre la puerta al deísmo, a la espiritualidad y a la superstición. Lo tradicional siempre viene acompañado de alguna predeterminación de un origen superior que supuestamente legitima, de una forma sobrenatural, la cual es superior a la que contrariamente es reputada como natural y a la que sustituye….así lo místico, lo literario (lo retórico), la ficción, usurpa lo material, lo cotidiano.
El pensamiento, o mejor dicho, la actitud tradicional, se presenta dominada por lo ideal (por el idealismo) que se opone superiormente a lo llamado real o material….la realidad se transforma en ideal….aquí reina la fantasía.
La visión tradicional (tradicionalista) supone la permanencia de modelos o formas…..extraña endogamia. Bajo la capa de lo simbólico, ambiguamente cambiante, permanecen las posiciones de privilegio, de poder o de control. Lo tradicional se vuelve reacio al cambio, es enemigo de la novedad porque está dominado por el miedo a perder las prebendas conseguidas.
El devenir de la vida exige un continuo metabolismo de las formas, los ciclos vitales, la metamorfosis continua de la energía vital, nacimiento, desarrollo, muerte, putrefacción y resurgimiento. En todo momento la pretensión de permanencia se opone contradictoriamente con la transformación inevitable. Permanencia contra cambio continuo….esta contradicción obliga al pensamiento tradicionalista a una auto-fagia……lo tradicional se devora continuamente a si mismo, pero esta digestión no se realiza sobre las formas sino sobre los contenidos elaborados por lo simbólico…..es en el plano idealista de los significados donde se produce la transformación, necesariamente reprimida pero inevitablemente necesaria. Esta contradicción provoca esterilidad e impotencia. El miedo a perder energía para sustentar y legitimar sus privilegios lanza al tradicionalista al sueño apolíneo si no a la embriaguez dionisiaca, lo sumerge en el idealismo y en la superstición y lo aleja de la realidad y de las presentes necesidades de sus semejantes.
La arquitectura tradicionalista sólo parece preocuparse de lo gramatical olvidándose de los usuarios, sus exigencias simbólicas traducidas a condiciones presupuestarias la hace apta solamente para una élite, alejándola de las masas….este es el fracaso de lo “tradicional”.
El arquitecto tradicionalista, preocupado por sus clientes, abandonó a las masas en manos de los mercaderes.

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