Esferas-19
El edificio teatral sería una máquina salutífera, una
ortopedia terapéutica, al modo de esas cabinas individuales dispuestas para
encerrarse en ellas y desahogarse pegando gritos, un huevo para la salud
mental, para la relajación de la tensión esquizoide que impone el aparato. Como
la cabina, exigiría aislamiento y libertad. Tras penetrar en el huevo la puerta
se cierra y ya nadie puede salir ni entrar, el óvulo queda cerrado, acondicionado
y aislado, ahora sólo sería cuestión de garantizar la libertad, para eso
debería verse libre de censura, de moral, de filosofía, de arquitectura, de
prejuicios, de prepotencia. Cualquiera puede ver que la dificultad estriba en
asegurar que el espacio teatral sea un terreno de aventura exento de la
influencia del poder exterior hegemónico, ¿es eso posible? Y si lo fuera ¿sería
soportable? Si se sobreviviera al shock terapéutico ¿qué ocurriría acto seguido?
¿Podría volverse sin más, después de la experiencia, a la depresión de la
solitaria cotidianidad?
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