LOS POLIPIEDROS SEVILLANOS
Sevilla es un laberinto,
lo había oído pero creía que no era más que una exageración de promoción
turística. Efectivamente, es un extraño laberinto formado por complicadas
maclas y retorcidas calles, y ahora ando perdido por él, recorriendo con
embeleso sus enrevesados entresijos, llenos de encrucijadas y apariciones. La
noche, calurosa, es de luminoso azul marino, la luz de las calles es
deliciosamente discontinua. Amarillo intenso cerca del castizo farol de sodio.
Pronto acaba el círculo amarillo y en la penumbra el suelo brilla
sospechosamente, y otra vez, de un balcón, de un escaparate, de otro farol,
vuelve la luz, acompañando al paseo, casi con ritmo, al compás dicen aquí.
A la vuelta de una
calleja con forma de cimitarra, la ya alargada sombra es interrumpida
repentinamente por el resplandor multicolor procedente de varios inmensos
escaparates, que forman parte de una dulce fachada construida en el ambiguo estilo
modernista de la tierra: es la tienda de lámparas, famosa en el mundo entero, LOS POLIPIEDROS SEVILLANOS,
establecimiento donde se diseñan, fabrican, exponen y venden a una clientela
planetaria las conocidísimas lámparas de cristal de la tradicional artesanía
andalusí. Con tecnología de última hora, aplicada al diseño y a la fabricación,
la empresa ha sabido continuar y renovar la centenaria tradición de una
geometría popular utilizada para convertir el acto de iluminar en una mágica
emoción.
Atraído como la polilla
por la vela, extasiado me dirijo directo a la luz. Que no entre quien no sepa
geometría, pienso, que como en la puerta de la academia habría que colocar aquí,
mientras cruzo el umbral de una invitadora puerta abierta de par en par, y
estoy dentro de la tienda sin que nada ni nadie me ponga impedimentos.
Lo que se veía desde la
calle no es nada comparado con el universo poliédrico de colores que ahora me
rodea por todas partes en esta tienda de ensueño. Los amplios espacios que
configuran las bóvedas sobre finas arquerías que se extienden por patios y
galerías están completamente ocupados por miríadas de lámparas de todos los
tamaños, formas y colores, colgando a todas las alturas y encendidas como
ascuas caleidoscópicas. Las paredes que se adivinan al fondo están recamadas de
apliques y plafones que multiplican la luz y la policromía. Me siento como si
estuviera sumergido en una espuma poliédrica multicolor. Toda fantasía que
tenga que ver con formas poligonales, números y colores, tiene aquí su
satisfacción.
Perdido en el nuevo
laberinto cristalino de los agujeros de gusano que permiten pasear entre las
lámparas, no puedo dejar de evocar el otro laberinto callejero: ¿Encrucijadas y
entrelazamientos, colores y luminosidades del pensar de un pueblo condenado al
consuelo de la melancólica geometría, único permitido por el Corán? ¿Costumbre
de acomodarse en el seguro silencio de la abstracción geométrica? ¿Afición a la
sequedad numérica por miedo a lo erótico metido en el cuerpo desde la infancia
por oscuros personajes nacidos en esta tierra de la luz? ¿Se podría citar como
una contradicción andaluza el gusto por la fría geometría y a la vez por lo
texturado y polícromo?
Si algo así existe en
esta tienda está su manifestación. Extraviado entre lámparas y reflexiones,
admirado y deslumbrado por el colorido de los luminosos cristales y los brillos
de plata y oro multiplicados mil veces por espejos eventuales, voy medio
comprendiendo quizás el por qué de este establecimiento y su éxito en gustar a
todo el mundo.
En esto me sale al paso
un atildado personaje, un dependiente de la tienda:
- Veo, caballero, que
le gustan nuestras lámparas. Observe que las hay de todos los tamaños, calidades
y precios. Nuestros productos están pensados para todos los públicos y sin
excepción están realizados uno a uno por las manos de artesanos especialistas.
Tanto el rico como el pobre, a la medida de sus posibilidades económicas,
pueden llevarse una muestra de esta amable artesanía. La lámpara podrá ser más
cara o más barata pero, a diferencia de la producción industrial, todas llevan
un trocito del amor que el artesano ha puesto en la obra, y en esto consiste la
verdadera calidad. Ese es el carácter democrático que tiene la artesanía frente
al encuadramiento de lo industrial. Y en contraste con la monotonía repetitiva habitual, todas son distintas,
raramente repetimos los modelos, tanta es la creatividad de nuestros
diseñadores, así que puede estar seguro que su lámpara será única, su casa
lucirá diferente a cualquier otra, y sin embargo, cuando la encienda, percibirá
terapéuticamente el aire de familia, el estilo, la evocación del tiempo
compartido -
- ¿Es cierto que no
repiten los modelos? -
- Efectivamente, y sin
gran esfuerzo, es por la capacidad combinatoria infinita de las formas
poliédricas; y además está el colorido, fíjese, por ejemplo, en estos dos
modelos que tenemos aquí, son del mismo tamaño, la misma forma, el mismo número
de cristales pero de distintos colores, variando la combinación del colorido
resultan, como ve, dos lámparas completamente diferentes, dos formas de
iluminar que pueden inducir dos emociones muy distintas, ¿no es verdad? -
- Ciertamente. Es muy
interesante, se llega a insinuar incluso la posibilidad de una especie de
lenguaje de un entendimiento por vía de lo sentimental del arcano y triste arte
de la geometría -
- Observo muy
complacido, señor mío, que nos comprende a la perfección, un cliente tan
inteligente como Ud. desearía, seguramente, ver todo nuestro sistema de
fabricación, y yo, su humilde servidor, muy gustosamente le acompañaré en una
visita a los talleres de la casa, será para mí un placer y un orgullo -
- Es una magnífica
proposición y estoy dispuesto a seguirle con mucho gusto en la visita a este laberinto
que me tiene fascinado -
Con una brillante
sonrisa, diligentemente, el dependiente se vuelve y me hace un gesto para que
le siga y ahí vamos los dos a través del mar de poliedros, atravesando patios
repletos de lamparería siempre encendida, hacía unas puertas cristaleras que
están rotuladas con la palabra DISEÑO. Entramos en una amplia sala llena de
mesas de dibujo ocupadas en su totalidad por ordenadores. La luz piadosamente
se apacigua en una semipenumbra iluminada por los resplandores fosforescentes
de las pantallas. Los diseñadores, como sombras ocupadas en extraños sortilegios,
están atentos a las formas jeroglíficas que aparecen en ellas. Discretamente me
acerco a una chica que de concentrada como está en su trabajo de momento no se
percata de mi presencia, hasta que el dependiente con un leve carraspeo llama
su atención.
- Señorita Cloto, le
presento a un cliente muy interesado en conocer nuestra forma de trabajo y
nuestros sistemas de fabricación -
La chica me mira sin verme de momento ensimismada como está
en su labor. En la pantalla gira una extraña forma geométrica de colores
emitiendo destellos.
- Cloto la que hila el hilo de la vida- (digo yo para
hacerme el simpático)
Ahora se ha apercibido de mi presencia, su mirada desde el
infinito viene a fijarse en mí, sus ojos brillan, su cara se ilumina, su
entusiasmo es evidente. Sonriendo empieza a hablar, se nota que le gusta lo que
hace.
- Pues sí, un comentario acertado porque bien mirado
nuestro grupo se ocupa de hilar el hilo de la geometría. En estos momentos la
sección de diseño está siguiendo una metodología que consiste en partir de un
poliedro madre, una preforma, y como un diamante, tallarlo, truncando vértices,
biselando aristas, apuntando caras, etc., para convertirlo en un brillante.
Aquí nos ocupamos de construir los programas básicos para que otros fabriquen
las herramientas informáticas para la labor de tallado que realiza finalmente
el grupo de creativos -
Su aire menudo, su hablar competente, entusiasta y un poco
redicho, consiguen captar toda mi atención, la sonrisa del dependiente se
estira y a punto está de convertirse en un gato de Cheshire
- Por seguir su imagen podemos imaginar un poliedro como
una telaraña de hilos, cada hilo representa una relación entre entidades, esto
se suele representar como un grafo. Las entidades pueden ser de varios tipos,
nosotros identificamos tres clases de entidades geométricas: aristas, caras y
vértices. (Se levanta con viveza y se pone a escribir en una pizarra que tiene
al lado). Llamémoslas A, C, V. Estas son nuestras entidades porque los
programas que vamos a usar, Rhino y Grasshopper las entienden como tales y las
dibujan. Matemáticamente en sentido estricto ni A ni C son verdaderas entidades
sino combinaciones (telarañas) de V.
Lo que nosotros hacemos es construir bases de datos que
representen al poliedro y nos den toda la información que deseemos para
cualquier requerimiento. Por ejemplo, podemos necesitar conocer los V de C, o
las A de C, o las A de A, etc. -
Se da cuenta del aire de perdido que se me está poniendo
- Veamos, partimos de un poliedro cualquiera, una preforma,
podemos dibujarla en Rhino y hallar en Grasshopper la base de datos inicial o
redactar ésta, bien sea con Grass mismo o con cualquier otro programa y leerla
como un file de texto. La base de datos de partida consta de una lista de V,
cada V tiene un índice (el orden de aparición en la lista) y sus tres
coordenadas (x, y, z)
(Escribe)
V0, V1, V2……Vn, n
= nº de V – 1
x0, y0, z0
x1, y1, z1
….
xn, yn, zn
Observe que cada V tiene dos nombres, su índice y un
tripleto de números, sus coordenadas, o sea que nos dirigimos a él o por su
orden de aparición en la lista o como entidad geométrica dada por sus
coordenadas cartesianas -
- Entiendo – (digo yo para no pasar por tonto)
- Grass nos proporciona otra información esencial para
representar el poliedro, la lista de aristas y la lista de caras; para él
aristas y caras son entidades dibujables y de las que podemos conocer de las
aristas sus vértices extremos y de las caras sus aristas y sus vértices, vea
que programa tan interesante para la representación gráfica. Las aristas se
indicaran con un índice (el orden en la lista) y de igual modo las caras. Estos
índices son naturalmente números enteros. De lo que se trata es de construir
todas las relaciones que existen entre los índices de A, C y V. Todos los hilos
que unen estas entidades. Estos son infinitos. Empezamos por las relaciones de
primer orden:
A de A (se lee: aristas de aristas, o sea, las aristas que
concurren en los extremos de una arista dada)
A de C
A de V
C de A
C de C
C de V
V de A
V de C
V de V
Como ve son nueve las posibles relaciones de primer orden entre
entidades, esto en un sentido estricto, porque podríamos extender la lista y a
veces lo necesitamos, por ejemplo, C1 de C, que son las caras que rodean a otra
y pasan por sus aristas, o C2 de C que serían las caras que rodean a otra dada
pero sólo tienen en común los vértices de la primera, o C1 + C2 de C, etc. -
A estas alturas sólo el encanto de Cloto evita que mi cara
de tonto sea palpable
- Luego están las relaciones de segundo orden, por ejemplo
A de A de A, A de A de C (las aristas que concurren en los extremos de las
aristas que rodean a una cara), A de A de V, etc. etc. -
Esos piadosos etceteras dan pie para que el dependiente
cuya sonrisa se había congelado tercie
- Muy interesante señorita Cloto, pero me temo que debemos
continuar la visita, si no llegará la hora del cierre y nuestro invitado se
quedará sin ver la casa completa -
Ella no parece darse por enterada y mientras que nos
levantamos e iniciamos un amable saludo, sigue
- Nuestro trabajo consiste en construir componentes para
Grass que puedan utilizar los programadores de herramientas para la
manipulación de poliedros…-
Ya nos vamos alejando de ella que está escribiendo as, ces
y uves mayúsculas y muchas flechitas por toda la pizarra mientras se le oye
hablar en ese lenguaje marciano con otros dos compañeros que se le han
acercado. El dependiente recompuesto me dirige hacia otro sector de la inmensa
sala y se dirige a una mujer ya madura que escribe frenéticamente en un
teclado.
- Disculpe señora Láquesis pero tenemos un visitante que…-
(Interrumpiéndole vivamente) - Ah sí, encantada, viene en
un momento interesante, acabo de terminar una herramienta para manipular
poliedros, fíjese, es un programa para construir poliedros de madera, huecos,
como los dibujaba Leonardo de Vinci -
La imagen de la pantalla es similar a un grabado
renacentista, sólo que cambia continuamente de forma y textura. El perfil de la
mujer con sólida nariz griega iluminado a contraluz por el resplandor del
aparato parece la representación de una matrona del quinientos, su aire clásico
me hace pensar en su curioso nombre
- Muy bonito, señora medidora del hilo y lo digo por su
hermoso nombre -
(Me mira un poco perpleja pero sigue a lo suyo) - Hemos
redactado programas para truncar los vértices, biselar o truncar las aristas,
casetonear las caras, apuntarlas como estrellas o agujerearlas, etc. estas herramientas las usan
a placer nuestros diseñadores para la producción de modelos y a la vez nos
demandan programas para manipulaciones de cualquier tipo, luego están los
diseñadores gráficos que necesitan representar las piezas con todo realismo y
tenemos que construir programas paramétricos de remates, macollas y mecanismos
para los catálogos por ejemplo; todo esto es posible por las potentes bases de
datos que los compañeros ponen en nuestras manos, es muy divertido.
Y con esto vuelve a su teclado y nosotros para ella ya no
existimos. Discretamente nos vamos alejando mientras me abstraigo mirando las
pantallas que están por doquier, llenas de números e imágenes de la lamparería
que he visto colgada y reluciente por toda la tienda. Sigo a mi dependiente que
parece acelerar el paso y salimos al patio. Otra vez el fulgor del colorido, la
cueva de Alí Babá, el palacio de las mil y una noches, una geoda gigante en la
que estoy inmerso. Deambulando entre cristales deslumbrantes llegamos a otra
puerta rotulada con la palabra FABRICACIÓN. A la brillante luz blanca
procedente de multitud de estrellas colgantes la sala parece no tener límites.
No obstante el espacio disponible está ocupado en su totalidad por enormes
mesas forradas de fieltro, vibrantes máquinas de control numérico rodeadas de
ordenadores, cristal por todas partes, recortes metálicos de todos los brillos,
plantillas, sopletes, cortadoras, plegadoras, etc. en estantes se alinean
marcialmente todo tipo de mecanismos eléctricos, fornituras doradas y
plateadas, macollas, cadenas, tubos, qué se yo, el reino de la manualidad, el
santa santorum de la creación artística, el corazón, el músculo que sostiene
toda la producción, la fábrica de los deleites, el…. El dependiente interrumpe
mi retahíla con su renovada sonrisa gatuna y se dirige a una mujer vestida con
una bata azul que se inclina sobre la cubierta transparente de una fresadora
- Buenas noches señora Morta, perdone que la distraiga pero
nos visita hoy un distinguido cliente muy interesado en nuestros métodos de
producción. La señora Morta es la responsable de la sección de fabricación -
- Tanto gusto, estoy impresionado por lo que he visto hasta
ahora, pero esto excede a todo lo que había imaginado, boquiabierto me quedo
ante las maravillas que fabrican, la armonía de colores, y si me permite, de
nombres, porque sin duda es ud. la cortadora del hilo -
- Sí, el hilo de la geometría ¿verdad? (me responde con una
simpática sonrisa) sé como hablan los creativos.
Morta tiene que elevar la voz porque las máquinas hacen un
ruido de mil diablos, no obstante, al fondo veo un grupito en sombras que rodea
a uno que toca la guitarra, su cante se entreteje débilmente con el chirrido
electrónico y las palabras de la cortadora
- En este momento estoy probando un nuevo cabezal cónico
para corte de cristal en esta fresadora. La calibración es esencial. Aquí
grabamos el cristal que luego es partido por las habilidosas manos de nuestros
cristaleros. Como comprenderá la geometría que obtenemos es muy precisa con lo
que el montaje se simplifica enormemente y la terminación de la lámpara es
perfecta….
Me voy a comprar un
autobús para sentarme en los asientos de atrás (cantan al fondo)
Morta se pasea por las mesas y los grupos de trabajo dando
indicaciones incomprensibles para mi, mientras que reparte una exultante
simpatía con todos; yo la sigo embobado
(Al fondo, con rasgueos rítmicos) plafones sin techo, techos sin hormigones…
- Aquí se enguarnecen los cristales con canutillos de
metal. ¿Ve? (me enseña un rombo de rubí rodeado por un perfil dorado diminuto
que elige de un gran montón que van acumulando un grupo de operarios afanados
en la tarea) Los canutillos pueden ser de chapa galvanizada, cobre, alpaca,
plata y oro, naturalmente en aleaciones bajas y resistentes -
Cuando el dueño del
cortijo nos dijo que nos pagaría…. (Las palabras de Morta me impiden oír el
resto de la estrofa)
La luz, los chirridos metálicos, la guitarra, el cante y
las risas, el trajinar de sombras, los reflejos y destellos multicolores, la
actividad y la charla de Morta me tienen al borde de un colapso por
sobrexcitación imaginativa. En mi vida había visto un taller así
- Luego está el montaje (dice, parándose con orgullo ante
una pantagruélica mesa alrededor de la cual se están construyendo maravillas
poliédricas), primero se ajustan las caras provisionalmente con puntadas de soldadura, cuando están
concertadas se corren todas las juntas con pasta de soldadura a base de
sopletes, como ve, al viejo estilo -
(El de la guitarra no para y Morta sigue como si no
existiera) que ya está chunga la
fiestecita
- El siguiente paso una vez montada la lámpara es la
limpieza. (Estamos ante unos operarios que con pistolas a presión pulverizan
agua jabonosa sobre los modelos sumergidos en grandes tinas con agua), cuidado,
no se acerque demasiado, no vaya a mojarse…Más allá está la sección de
terminaciones: pintado, tematizado, pulimentado, bruñido, etc. -
No sé cuántas mesas hemos recorrido ya, el lugar se me hace
interminable, la cabeza empieza a darme vueltas
- Bueno, finalmente está la elaboración de la lámpara
propiamente dicha. La colocación de los mecanismos eléctricos, portalámparas,
remates, tijas, macollas, sistemas de cuelgue, etc. En esta cuestión
intervienen directamente los creativos en contacto con los montadores y
electricistas, con unas exigencias de perfeccionismo tal que a veces tenemos
nuestras discusiones; tenga en cuenta que el precio final depende no sólo del
número de cristales y de la dificultad mayor o menor del montaje sino muy principalmente
de la calidad de los remates y sistemas de iluminación, y en este asunto, como
imaginará las posibilidades son infinitas -
Deslumbrado, atónito, pasmado, me tiene la cortadora, ya no
sé dónde mirar, a qué atender, mis miradas suplicantes no sirven de nada, ella
sigue
- Más allá tenemos otra sección sumamente importante, el
empaquetado y embalaje, piense en la variedad de modelos, la fragilidad del
cristal y la necesidad de enviar las lámparas a nuestros clientes por el mundo
entero. Nunca hemos tenido ningún percance, ninguna reclamación, todos los
envíos se han realizado hasta ahora sin problemas, tal es la calidad, ingenio y
competencia de nuestros embaladores… -
Unas campanadas rítmicas se abren paso por el caos acústico
del taller. Toda la actividad, frenética hace un momento, se frena
paulatinamente, las sombras vestidas de azul van desapareciendo lentamente. Morta
me regala una mirada significativa y la actitud impaciente reprimida con mucha
educación del dependiente me lo confirma: es la hora de cerrar, la hora de
irse, el momento de la despedida. Cogido por sorpresa inicio una tanda de
gentilezas, agradecimientos y cortesías. Antes de poder terminar Morta también
desaparece. Las estrellas blancas se apagan una a una, el dependiente en
silencio inicia la retirada por el camino de antes y yo le sigo. Los patios que
anteriormente resplandecían de luz van ahora oscureciéndose, la sombra avanza
con nosotros mientras que con amabilidad pero con determinación el dependiente
me guía por el laberinto ahora en penumbra hacia la puerta de salida. El final
me ha cogido tan de improviso, mi sensibilidad perceptiva está a tal punto
excitada, que ya en el umbral de la puerta antes de pisar la calle, frente a un
dependiente solícito pero silencioso, sólo puedo balbucear malamente unas pocas
palabras de despedida, eso sí, con el corazón que ya me ha robado esta tienda:
- Gracias, volveré mañana.